Seas o no una persona ordenada, es innegable que vivir en un entorno desordenado conlleva múltiples problemas en tu día a día.
Si bien es cierto que hay personas con diferentes niveles de tolerancia al desorden, la mayoría llegan a un punto en el que éste puede volverse perjudicial, pudiendo conllevar incluso problemas para la salud a nivel psicológico y físico.
El desorden es algo muy abstracto, por eso es difícil afirmar cuando algo está ordenado o no, pero sí es importante establecer unos mínimos de orden para poder vivir en un entorno sano, salubre y que nos permita desarrollarnos en un entorno que no nos oprima o nos produzca sensación de malestar o estrés.
Son numerosos los estudios científicos que demuestran los peligros que tiene el desorden y cómo la organización del entorno puede mejorar el estado de ánimo y la productividad y reducir el estrés y la ansiedad.
En el post de hoy veremos por qué es importante y cómo afecta el orden a tu salud mental.
¿Por qué se nos hace tan difícil ser ordenados?
Las razones por la que la desorganización se relaciona mucho con la salud mental, es porque es un claro ejemplo de cómo nos vemos nosotros mismos y la vida que llevamos.
En los tiempos que corren, es cada vez más difícil encontrar huecos para mantener ordenado tu hogar, entre el trabajo, hacer la comida, llevar los niños al cole o a las actividades, hacer la compra, ir al gimnasio…
Sin embargo, es importante intentar sacar cada día un poco de tiempo para que, precisamente, no se nos haga bola y se convierta en un verdadero problema que requiera de un día entero (que rara vez tenemos) para solucionarlo.
¿Qué problemas puede provocarme vivir en un entorno desordenado?
Entre los principales inconvenientes están el estrés y la ansiedad, ya que nuestro cerebro está constantemente recibiendo inputs y en situación de alerta. Esto es debido a que, desde los tiempos en los que vivíamos en las cavernas, nuestro cerebro ha evolucionado muy poco. Y en aquellos tiempos, cualquier cosa que estuviera fuera de sitio era una amenaza real, un depredador que pudiese acabar con su vida o un miembro de la tribu enemiga. Es por eso que nuestro cerebro se ha adaptado para que cualquier cosa que vea fuera de sitio haga que estemos alerta, que no descansemos y que nos sintamos, a la larga, exhaustos.
Sin embargo, estos no son los únicos problemas que trae consigo vivir en el desorden, ya que podemos experimentar aspectos como problemas de memoria, malos hábitos alimentarios, no poder controlar nuestros impulsos y sentirnos enfadados y con ira todo el día y podemos ver alterado nuestros sueño o estado de ánimo. Además, también está demostrado que afecta a la capacidad de concentración y la toma de decisiones.
Entonces, si sabemos todo esto, ¿por qué seguimos sin ordenar? ¿por qué nos cuesta tanto dar ese primer paso? ¿cómo puedo empezar a cambiar esta situación?
¿Cómo empezar a vivir en un entorno con orden?
Cambiar un hábito tan arraigado como puede ser el vivir de una manera desordenada no es tarea fácil, sin embargo, siempre hay pequeños trucos o consejos que pueden hacer mucho más amena esta actividad. Y quien sabe, quizás hasta le acabas cogiendo el gusto y lo haces sin obligación y por placer.
Es importante empezar poco a poco, tener claro el orden de las tareas que vas a realizar y establecer un orden de importancia. Muchas personas tienden a ir haciendo diez cosas a la vez y sin terminar ninguna de ellas, lo que provoca que se cansen antes, no vean resultados y se desmotiven.
Comienza de lo más grande a lo más chico. Es importante que tu cerebro reciba dopamina viendo que tu trabajo está dando sus frutos. Por ello, es importante realizar tareas grandes primero para que tanto él como tú veas cambios y que lo que estás haciendo tiene su recompensa.
Utiliza apoyos externos. Limpiar puede que no sea la tarea más divertida del mundo, pero hasta algo así puede cambiar si le pones un poco de música que te guste, si barres al ritmo de tu canción favorita o si el plumero hace las veces de micrófono. Puedes ponerte un audiolibro o un podcast si prefieres, lo importante es relacionar este tipo de actividades con otras más placenteras.
Establece una rutina. Lo más importante es que puedas desarrollar rutinas que te permitan tener la casa siempre más o menos ordenada (obviamente habrá días que tocará más faena). Comienza por lo que más te guste o ve habitación por habitación, quizá lo mejor para ti sea quitarte lo que menos te guste lo primero… Solo tú sabes cómo funcionas
¿Qué ocurre cuando tengo un método de organización?
Cuando ya tienes una rutina de orden y limpieza, las cosas parecen colocarse solas, y cuando hay que recoger o limpiar, se hace en cinco o diez minutos. El truco está en generar rutinas que convertimos en hábitos, y ya cuando tenemos dicho hábito, la cabeza lo automatiza y lo ejecuta solo.
Con esto consigues que, al entrar en casa, todo esté en orden. Si tal vez hay algo tirado o alguna mancha, ésta no te dará pereza realizarlo. Y entonces puedes dedicar tiempo a hacer alguna otra actividad, pasar más tiempo disfrutando en familia, realizar algún deporte, ocio, etc.
Vive con minimalismo
Todo esto está bien, pero si has llegado a un punto en el que te es imposible tener tu hogar ordenado por mucho que limpies y recojas, quizá necesites ayuda externa. Un aliado en esta labor puede ser la contratación de un trastero en una empresa de almacenaje, donde puedas poner cajas, muebles u otros enseres que no uses en el día a día y que te estén impidiendo tener un lugar ordenado.
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